viernes, 24 de junio de 2016

Observación #10: Cazando fantasmas por el Cúmulo de Galaxias de Virgo

A principios de Junio la constelación de Virgo se encuentra muy alta en el cielo a primeras horas de la noche. Por lo que es obligatorio pasearse por ella antes de que, más avanzado el verano, empiece a esconderse pronto en el horizonte y nos perdamos sus maravillas.

En esta constelación, y extendiéndose hasta Coma Berenices, encontramos el gran cúmulo de galaxias de Virgo, una agrupación de miles de galaxias que domina el centro del Supercúmulo de Virgo, al cual pertenece el modesto Cúmulo Local donde reside nuestra Vía Láctea. Recomiendo encarecidamente la lectura de los dos hipervínculos que he citado, puesto que van acompañados de imágenes y esquemas muy reveladores de la insignificancia de nuestro planeta frente a la extensión inconmensurable del universo. De entre todas las imágenes, y con permiso de su autor a través de la licencia CC, quiero resaltar el siguiente esquema, que nos da una idea de las escalas astronómicas.

Autor de la imagen: Andrew Z. Colvin, via Wikimedia Commons

Desafortunadamente, en mi lista de referencia de objetos visibles con contaminación lumínica (elaborada por el SAC) no figura ningún objeto del cúmulo de Virgo. Sin embargo, ya que contiene una gran cantidad de objetos Messier, como podemos ver en la imagen de abajo , me atrevo a darme un paseo por él a ver si suena la flauta.
Ubicación del Cúmulo de Virgo en el Cielo.
Este paseo, desde luego, no consiste en mirar de un lado a otro sin ton ni son, sino que previamente he elaborado una ruta turística, que podéis encontrar más abajo, por donde creo que hay más posibilidades de encontrar algo. Nuestra ruta parte desde Vindemiatrix, la tercera estrella más brillante de Virgo, saltando a la cercana ρ Vir. Esta última nos sitúa en la frontera del valle encantado que vamos a visitar, a partir de aquí nos adentraremos en una zona del cielo en la que nos podemos encontrar cualquier cosa según la suerte que tengamos. 
Ruta planificada y objetos visibles desde mi lugar de observación.
Recorriendo la ruta con el ocular de focal más larga, para abarcar la mayor área posible, voy topándome con manchas difusas que desaparecen cual fantasmas en cuanto intento fijarme, y difícilmente vuelvo a ver. Sin embargo (¡oh afortunado de mí!) logro retratar unas simpáticas galaxias que no se esconden al ser descubiertas. Aunque confiaba encontrar a las brillantes galaxias elípticas M84, M86 y M87, las pequeñas NGC 4435, 4438 y 4478, con magnitudes alrededor de 11, se han apuntado inesperadamente a la fiesta. A continuación podéis encontrar los dibujos de mi ruta turística.

Primera parada, M87 y la inesperada NGC4478

Segunda parada, M84, M86 y las Galaxias de los Ojos.
Antes de acabar, hay una cuestión que quizá sea bueno comentar. Hay que recordar que la magnitud no lo es todo, puesto que durante la observación pasé al lado de galaxias con magnitud alrededor de 9,5-9,8 sin a penas verlas; mientras que vi claramente las pequeñas NGC 4478 (mag 11.4) y NGC 4435, 4438 (mag. 10.8 y 10.2). ¿Cómo es esto posible? La clave está en el tamaño. La magnitud es una medida del brillo global del objeto, por lo que a mayor tamaño, ese brillo se reparte en una mayor superficie provocando que no logremos contrastar el borde del objeto con el cielo del fondo. Y hablando de contraste, en esta ocasión el pequeño filtro Baader Neodymium ha vuelto a marcar la diferencia entre percibir o no las pequeñas galaxias NGC.

En resumen, el cúmulo de galaxias de Virgo no deja indiferente a nadie. En una noche oscura, y si además tenemos una atmósfera estable, darse un paseo por esta maravilla astronómica puede ser una opción excelente para disfrutar de una observación emocionante, y una sesión de dibujo realmente satisfactoria

domingo, 12 de junio de 2016

Observación #9: El enorme Cúmulo Estelar de Coma (Mel 111)

Después de una larga racha de observación de galaxias, me apetecía cambiar y volver a dibujar un cúmulo abierto, ya que desde mi primer dibujo no me he vuelto a animar.

Desde mi lugar de observación habitual (la terraza de mi edificio), y por estas fechas, no tengo muchos cúmulos abiertos brillantes a la vista. Sin embargo, la constelación de Coma Berenices se encuentra cerca del zenit, y con ella su enorme cúmulo Mel 111. Se trata de cúmulo con multitud de estrellas accesibles al ojo humano (alrededor de magnitud 5) y una extensión de alrededor de 5º en el cielo (prácticamente el campo visual de un buscador). Y curiosamente, algo de tal magnitud y tamaño ¡no está recogido ni en el catálogo de Messier, ni en el NGC! Probablemente pensaran que algo tan grande y brillante no podía ser un cúmulo abierto, sino una mera coincidencia visual de estrellas no interrelacionadas; era demasiado bonito para ser cierto. Pero la realidad es que es tan cierto como bonito, y Melotte lo incluyó en su catálogo a principios de siglo XX.

En un cielo oscuro, como hemos dicho antes, es posible encontrar el cúmulo a simple vista. Sin embargo, en un cielo con algo de contaminación lumínica quizás sea necesario buscar unos puntos de referencia previos. La ruta que planteo en el mapa inferior, es muy sencilla, si partimos de Beta Com, la cual está más que localizada en posts anteriores. Además esta ruta implica pasar por un par de puntos, que si bien visualmente no tienen nada de especial, tienen una relevancia cosmológica muy grande. En concreto estos puntos son el centro del cúmulo de galaxias de Coma y el Polo Norte Galáctico.
Carta generada por Cdc. Click para ampliar
Ya desde el buscador se ve una imagen digna de dibujar, aunque por el bien de mis cervicales desistí de ello. Por ello opté por utilizar el ocular más largo a mi disposición, que me ofrece un campo visual de 1'13º, y comencé a dibujar en la parte trasera de la ficha que uso para hacer los registros de mis observaciones, en lugar de los círculos en los que suelo representar el borde del ocular. En estas condiciones y teniendo que mover el telescopio para abarcar todo el objeto, no esperaba tener una representación ni mucho menos precisa aunque sí intentar captar las formas y distribuciones lo mejor posible. El resultado lo podéis ver a continuación. Desde luego la proporción va variando según la zona y el cansancio, sin embargo contrastando con el software Cartes du Ciel he comprobado que me he aproximado en cierta manera a su forma real, así que estoy bastante satisfecho.


Con esta observación he vuelto a recordar el duro trabajo que implica dibujar los cúmulos abiertos. Sin embargo una vez te encuentras en el ordenador digitalizando el dibujo y sobre todo viendo el resultado final, la satisfacción que produce compensa el esfuerzo. Aún así, os recomiendo que veáis este precioso cúmulo con vuestros propios ojos, ya que es accesible incluso para prismáticos, con los que puedes captar todo su esplendor de un vistazo. Desde luego, yo lo tengo pendiente para cuando decida hacerme con unos.

lunes, 6 de junio de 2016

Review: Bolsa de transporte Geoptik para telescopios Newton

Es bien sabido que los telescopios con montura Dobson son una excelente elección para iniciarse en la astronomía visual. Este tipo de bases son muy robustas a la par que baratas, por lo que es posible montar tubos ópticos grandes por un precio muy asequible. Pero claro está, si te decides por un telescopio de este tipo, al abrir la caja seguramente te encontrarás con una pieza de artillería de la primera guerra mundial.
Tú y tus colegas con tu flamante telescopio Dobson (fuente: National Archives Catalog, ID 196280)
A pesar de lo aparatosos que puedan parecer, estos telescopios son muy fáciles de montar y desmontar, ya que no es necesario poner en estación la montura; basta con plantar la base, colocar y fijar el tubo y ale, ¡a observar! (mejor dicho ¡a buscar!). Por esto, no debería darnos pereza llevarlo de un lugar a otro, siempre que quepa en nuestro coche.

Pero no todo iba a ser tan bonito, puesto que el tamaño los hace algo engorrosos de manipular: el camino de casa al coche, o del coche a nuestro lugar de observación, puede ser un suplicio al cargar un tubo óptico de más de un metro de largo; sobre todo si no estás acompañado (suponiendo que te fíes de dejar tu valioso tesoro en manos de otro).

Para mayor tranquilidad, yo decidí hacerme con una bolsa de transporte para el tubo, de forma que estuviese bien resguardado. En concreto, me la jugué comprando la Bolsa de Transporte Geoptik para telescopios Newton de 200mm a f/6 (Aunque las hay también para otros diámetros y focales). Digo me la jugué porque a parte de la descripción y la foto de la tienda, no encontré muchas más imágenes ni opiniones por Internet.

La bolsa la recibí en una caja más bien grandota, acorde con los accesorios que te puedes esperar de este tipo de telescopios. Y la mochila que venía dentro, como podéis imaginar sigue la misma línea. Las medidas que especifica el fabricante 120x25x30 cm son correctas, y mi telescopio Sky-Watcher Dobson de 8 pulgadas y focal 6, cabe perfectamente sin forzar ningún componente. Tanto el enfocador, como el soporte del buscador y el pequeño pomo que trae para manejarlo caben holgadamente. A pesar de entrar sin ningún tipo de forcejeo, el tubo queda totalmente sujeto dentro de la bolsa debido a la acomodación del acolchado a la forma de este.

Vista del interior de la Bolsa Geoptik
En cuanto a los materiales, aparentan buena calidad, la bolsa tiene un tejido exterior de Nylon (o similar) que tiene pinta de soportar la humedad y alguna que otra rozadura con el suelo. El interior se encuentra forrado por un material algo más suave y entre ambos forros se intercala un acolchado de alrededor de un centímetro de grosor. Este acolchado tiene pinta de proteger bastante bien el tubo de pequeños golpes y vibraciones, ya que desde fuera a penas es posible sentir el contenido apretando con el dedo (Además algún pequeño viaje ya le he dado con el marco de la puerta, sin notar ningún sonido metálico).

Bolsa Geoptik con mi tubo Sky-Watcher justo antes de la acción.

En cuanto al transporte, la mochila tiene dos asas centradas con un recubrimiento de goma para mejor agarre y comodidad de la mano. Un tubo de 8 pulgadas y focal 1200 mm no suele pesar más que un pack de 6 botellas de agua, por lo que sin ninguna dificultad se puede cargar en una mano. Sólo hay que prestar atención a las puertas y sitios estrechos para evitar estrellar nuestra joyita contra las esquinas, aunque vaya bien protegida. Con todo esto, el transporte es muchísimo más cómodo que ir abrazando directamente a nuestro tubo y teniendo mil ojos con cómo lo depositamos en el suelo.

Bolsa plegada, lista para guardarla
Por último, la bolsa a pesar de ser voluminosa, se puede plegar sin problemas y ocupa un espacio relativamente pequeño (cabe perfectamente en mi abarrotado maletero); por lo que si decidís guardar el telescopio fuera de la funda, no os supondrá un gran quebradero de cabeza encontrarle un hueco.

En resumen, con esta mochila realmente he solucionado uno de los principales engorros que me supone cargar con un telescopio Dobson (que para nada es de los más grandes ); y ahora me atrevo a sacarlo más alegremente en busca de cielos oscuros. El inconveniente de la bolsa quizás sea su precio que ronda los 90€ euros. Pero viendo la calidad, si tenéis la misma problemática y sobre todo el dinero para invertirlo, creo que es un accesorio recomendable; tanto para ampliar la vida útil de nuestro equipo como para vencer la pereza de alejarnos de nuestro observatorio habitual y ampliar (mejor dicho oscurecer) horizontes.

Solucionado el transporte, otro asunto es almacenar nuestro telescopio, y más si vivimos en un apartamento en el que no tenemos demasiado espacio. Todo tiene solución, en un próximo post...